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En el vídeo que se adjunta podrás observar como un dirigente político avanza caminando entre la multitud. Una persona del público se acerca hasta su posición empuñando un arma con la mano derecha, la extiende en dirección a su víctima y abre fuego. En este caso la pistola era no era real y la munición proyectada era de bolas de plástico.
Nadie resulta herido, pero… ¿Se podría evitar un ataque de estas características?
Es imposible responder a esta pregunta con un sí rotundo, pero podemos minimizar el riesgo si somos capaces de analizar la conducta de las personas que nos rodean. Por regla general cuando una persona tiene previsto perpetrar un ataque de estas características suele tener, excepto casos muy concretos una modificación visible del patrón de conducta habitual de las personas que le rodean. El miedo a las consecuencias, el estrés por la llegada del momento, etc… hacen que su cerebro gestione unas respuestas fisiológicas distintas a las de una persona en estado de calma.
Una persona con formación y habilidad para detectar este tipo de conductas no verbales puede identificar entre la multitud este tipo de conductas impidiendo o como poco minimizando las posibilidades de éxito a una intención de atentado como el simulado en el vídeo que se adjunta.

En este caso podemos observar en el atacante:
  • Velocidad de movimiento por encima del neutro.
  • Movimiento del brazo derecho para sacar el arma.

Es una secuencia muy rápida y difícil de identificar a no ser que la persona observadora se encuentre a escasos metros de el. Una situación muy complicada de solventar durante el momento de la ejecución. Podemos aumentar la posibilidad de éxito con un análisis global de la situación con el estudio de la conducta no verbal de los asistentes.

LA FORMACIÓN Y LA PRACTICA NOS HACE OPTIMIZAR NUESTROS RECURSOS 
Por: Juan González Moreno

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